lunes, 28 de octubre de 2013

'Sólo Dios Perdona' - Una violenta, pero justificada, tragedia en Bangkok

  
Título original: Only God Forgives Director: Nicolas Winding Refn Guión: Nicolas Winding Refn    Música: Cliff Martinez Fotografía: Larry Smith Reparto:      Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Vithaya Pansringarm, Rhatha Phongam, Gordon Brown, Tom Burke, Sahajak Boonthanakit, Pitchawat Petchayahon, Charlie Ruedpokanon, Kovit Wattanakul, Wannisa Peungpa, Byron Gibson    Distribuidora: Vértigo Films.

Tras el éxito cosechado con Drive (2011), en su nueva película Winding Refn ha aprovechado la recién conquistada libertad creativa para dar un paso adelante en sus inquietudes temáticas y formales. Quien acusó entonces de formalista y vacuo a ese relato de un (anti)héroe humano desconectado de la realidad, verá en Sólo Dios Perdona la refutación de sus argumentos; mientras quienes disfrutaron con la atmósfera de la película, la fuerza de sus imágenes y el atractivo del protagonista de Drive, quedarán aún más fascinados por la potencia visual de la nueva película. Otros, creerán que en ese desarrollo en todas las características que definían su anterior trabajo Winding Refn está cayendo en la burla de sí mismo. Al final, toda polémica sobre la película gira sobre la misma pregunta: ¿Es una película vacía? ¿La ultraviolencia de sus imágenes, la atmósfera onírica, lo artificial de todo el film, es todo eso gratuito?


Sólo Dios Perdona es ante todo la historia de Julian (Ryan Gosling), un fugitivo estadounidense en Bangkok que lleva con su hermano un gimnasio de boxeo como tapadera del narcotráfico. Con una turbia historia a sus espaldas de la que su manipuladora madre es directa responsable, Julian se encuentra desconectado de la realidad que le rodea teniendo una perturbadora y contenida relación con las mujeres, el sexo y la violencia. La historia comienza cuando el hermano de Julian es asesinado tras violar y matar a una prostituta de quince años. Entonces, nuestro misterioso y contenido protagonista -en el fondo un héroe, un ser humano tal y como se esforzaba Drive en presentárnoslo-, se ve inmerso en una intriga de venganzas que no desea forzado una vez más por su madre.

¿Es gratuita esa atmosfera irreal, de una potencia visual portentosa, ese ambiente hipnótico, onírico, repulsivo y fascinante al mismo tiempo? Si concebimos que toda la película gira alrededor de la alienación del protagonista por su pasado familiar y violento, la artificialidad  y extrañeza del film está más que justificada: es la forma en que Julian percibe el mundo que le rodea. Y encima nos viene avisado desde esos créditos en tailandés siendo la película una producción franco-sueca. La película debe transmitir ese fascinante extrañamiento y confusión de un personaje tan desconectado. Y lo logra. En realidad Sólo Dios Perdona es la tragedia que podría haber escrito el autor de Edipo Rey si hubiera nacido en la posmodernidad y si la hubiera filmado en Bangkok. Este tono trágico se funde con el personaje protagonista, con la estética artificial del film y con el tema principal, pues el alienado Ryan Gosling -con la indiference face de Gosling- actúa casi por inercia, como llevado por la fatalidad, sin ser del todo autor de sus propios actos. En esta tragedia, la figura artificial de un chino experto en artes marciales, que canta en un karaoke tras cada asesinato, y que parece más un dios de la venganza (némesis)  que un ser humano, no solo está tan justificada como toda la atmosfera, el distanciamiento, la extrañeza y la confusión realidad-sueño, sino que era necesaria. 


 Lo mismo ocurre con la ultraviolencia. En la escena más desagradable del film, el asesino pide a la mitad del público que cierre los ojos. Entonces la cámara se centra en sus rostros sacudidos solo por el sonido -permaneciendo quienes los tienen abiertos fuera del campo-. El espectador es libre de elegir si desea mirar o no. Lo importante es que, sea por el sonido o la imagen, el espectador sea consciente de los efectos devastadores de esa violencia, una violencia que ha encerrado al protagonista en sí mismo, y que al mismo tiempo le hará despertar y abandonar la trampa en que se encuentra su vida.

 Todo en el nuevo film de Refn está por tanto justificado, por extremo que sea. Todo tiene significado, además de dejar una devastadora impresión en nuestras retinas. Otra cosa es que no nos guste aquello de lo que se nos habla o que no nos atraiga ponernos en la piel del protagonista.
  

ALERTA SPOILER

 
Escenas, que algunos consideran gratuitas, como la de la tortura tienen un sentido. Cuando Gosling introduce su mano en el vientre abierto y ensangrentado de su madre asesinada buscando el útero que le acogió antes de arrojarle al mundo, está haciendo las paces con ella, con su pasado y consigo mismo, renunciando al influjo que ella -con quien se insinúa una perversa relación edípica de incesto y manipulación- poseía en su vida. Cuando Ryan Gosling fantasea con que le cortan los puños mientras contempla atado el striptease de una prostituta, o cuando eso mismo ocurre al final de la película, no solo estamos ante el coro adelantando la tragedia, sino que presenciamos el rechazo del protagonista a la violencia a que está condenada su vida, el anhelo de dejarla atrás y, finalmente, su liberación. El final de la película no es, o no solo, un acto de venganza, sino como anuncia el título, un acto de perdón y de redención. Una nueva oportunidad para nuestro protagonista.


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